En una de las teorías, los pit bulls eran en la antigüedad los
llamados Molosos, una raza ya extinta que los griegos utilizaban como
pastores y perros de protección. En los tiempos de guerra, salían a
pelear con sus dueños. Con el tiempo, según dice esta teoría, los
Molosos llegaron a la antigua Bretaña, donde se los conocía como
Mastiffs. En el siglo I D.C., Roma descubrió la raza después de vencer a
los bretones, y los perros se desparramaron por todo el imperio.
Durante los siguientes cuatrocientos años, fueron usados como perros de
guerra y cruzados con diferentes razas locales de todo el continente
europeo, convirtiéndose en los precursores del pit bull moderno.
Otra teoría, ubica al origen del pit bull en Inglaterra en los
tiempos de la Conquista Normanda, en 1066, cuando los carniceros usaban
perros grandes tipo Mastiff como “bullenbeissers”, que se traduce como
“mordedores de toros”. Entrenados para aferrarse a la nariz del toro y
no soltarlo hasta que el animal se rendía, estos perros eran la única
forma que tenían los humanos para retomar el control cuando un toro se
ponía violento. Desafortunadamente, este uso práctico aunque dudoso, con
el tiempo dio origen al “deporte” de las peleas con toros, donde se
metía a los perros en una fosa (pit) con un toro (bull) enfurecido
intencionalmente, y los espectadores hacían apuestas para ver qué perro
aguantaba más tiempo, o vencía al toro. Probablemente ya se haya dado
cuenta de que éste es también el origen de los nombres “pit bull” y
“bulldog”.
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